martes, 14 de marzo de 2017

Misterio

La pasión por el misterio constituye otra gran contradicción: escapar de la verdad construyendo su anverso, que no es la mentira sino lo mítico.
¿Qué es la verdad? ¿Aquello que por anudar coincidencias se atribuye como cierto? 
El transitar por la vida se vuelve una construcción de verdades que alojan a estas coincidencias para sentir lo estable dentro del inconstante e inconsciente ritmo del cambio.
Es un vacío enorme vivir sin verdades. Pero para ello, el misterio viene a velar las "historias a medias" que inventamos para creer y transmitir nuestros orígenes.
El comienzo en todo se vuelve ulteriormente un mito.
Y el lenguaje viene a representar un símbolo creador que permite que todo suceda. Que lo humano sea impredecible, que escape a la ley natural y rompa sistemas de predicción. 
Sin el misterio, eso que nos envuelve y tantas veces nos desorienta, no habría acto vital que porte deseo.
Amamos la búsqueda y nos aplasta la verdad absoluta.
Aquel que todo lo sabe suele ser el que más sufre, sufre por no entender que lo que conoce, lo aprendió del "sin-saber", y aunque lo sepa, sigue sin comprender cómo se emplea para vivir. Sigue buscando en otros saberes, sin profundizar en las verdades absolutas que cree tener para su riqueza personal.
Los obstáculos epistemológicos que Bachelard supo plantear, son el trampolín para despojarnos de lo absoluto y darle lugar a la duda, que habita en el misterio.
Las certezas absolutas enferman la grandeza de la mente: nacen los estereotipos, los prejuicios, las sentencias y los pozos negros que estancan la creatividad.
No se sabe que es vivir, pero transitarlo es una obra interminable de preguntas.
No se sabe el surgimiento del lenguaje, pero aparece como la voz de un otro que nos pertenece para acompañarnos en el tiempo.
No se sabe si el universo tuvo un sentido al crearse, pero hemos creado mitos sobre los sentidos universales de existir.
No se sabe del después, pero inventamos futuros presentes en la proyección de los sueños.
No se sabe que es desear y desde dónde lo intentamos, pero se vuelve el motor de la vida para cuando el misterio se devela y el vacío aflora sin piedad.
Y aunque suene absurdo, la duda sabe como conducirnos en el camino de lo desconocido, nos invita a la pausa precisa para interrogar lo absoluto y nos contiene para no sentirnos desalojados de una creencia, sino para involucrarnos en debatir con ella sobre otras certezas. 

Así los bloqueos de vuelven puertas y los miedos desafíos.


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