La vida y la historia se han pensado en
una línea imaginaria que las vuelve equivalentes.
Solo al interrogar el tiempo se puede
pensar de qué historia hablamos al intentar nombrar la vida.
¿Mi historia?, “¿La historia?”.
Revestimientos de lo que impacta la carne.
Sólo el presente posibilita la acción,
amarrando a ésta a las dimensiones ficcionales con estatutos de
pasado o futuro.
Diálogo implícito que se
repite en relaciones, culturas, literatura... Discusión.
Desplazamientos de lo irrepresentable.
Verdad: ¿Una y absoluta o varias
disímiles y contradictorias?
Habrá una respuesta distinta ante cada
nueva pregunta que se lance al mundo como un juego de apuestas en el
que, por supuesto, no existe un árbitro para delimitar quien resulta
ganador. Por lo tanto, las reglas de este juego reflexivo que
desgarra la imagen unificada de la vida, se tiñen de agresiva
competencia, fundamentada con posiciones subjetivas reproductivas o
creativas. Su condición de posibilidad, será el ser hablante.
Hablar,
o quizás discurrir en el campo del sentido remite siempre hacia otra
dimensión. Un túnel subterráneo, un código o como pueda ser
representada.
Sin
embargo, en este juego, ¿escuchar es posible?
Escuchar
(en tanto sea posible) remite a captar algo de aquello que escapa a
la palabra del otro. Por tanto, desde el lugar que nos toca, solo
tomamos vestigios de las vibraciones suspendidas entre frases, para
leer, interpretar, o solo sentir. Efectos que marcan y enmarcan un
encuentro entre dos seres (y entre ellos muchos más)
Partiendo
de la materialidad se llega al núcleo irreductible de lo que se hace
presente en las sombras. ¿Allí somos o dejamos de ser continuamente?
Así
es que miro la vida como fragmentos de escenas que entretejen una
historia particular. Un nombre y un modo particular de enfrentar lo
ansiógeno de lo desconocido. Al mismo tiempo, ese desconocer se
compone de los restos de la escena completa
que vivimos solo en el presente y que dura sólo segundos,
aunque se escriba allí toda nuestra existencia.
“Quizás cuando escucho tus
palabras, investigo mi propia dimensión alterna. Así me distancio de
todo lazo posible entre tu símbolo y el mío, pero desde la humanidad
construimos el puente para pensar nuestra existencia”.