lunes, 16 de octubre de 2017

(Des)Tiempo

La vida y la historia se han pensado en una línea imaginaria que las vuelve equivalentes.
Solo al interrogar el tiempo se puede pensar de qué historia hablamos al intentar nombrar la vida.
¿Mi historia?, “¿La historia?”. Revestimientos de lo que impacta la carne.
Sólo el presente posibilita la acción, amarrando a ésta a las dimensiones ficcionales con estatutos de pasado o futuro.
Diálogo implícito que se repite en relaciones, culturas, literatura... Discusión. Desplazamientos de lo irrepresentable.
Verdad: ¿Una y absoluta o varias disímiles y contradictorias?
Habrá una respuesta distinta ante cada nueva pregunta que se lance al mundo como un juego de apuestas en el que, por supuesto, no existe un árbitro para delimitar quien resulta ganador. Por lo tanto, las reglas de este juego reflexivo que desgarra la imagen unificada de la vida, se tiñen de agresiva competencia, fundamentada con posiciones subjetivas reproductivas o creativas. Su condición de posibilidad, será el ser hablante.
Hablar, o quizás discurrir en el campo del sentido remite siempre hacia otra dimensión. Un túnel subterráneo, un código o como pueda ser representada.
Sin embargo, en este juego, ¿escuchar es posible?
Escuchar (en tanto sea posible) remite a captar algo de aquello que escapa a la palabra del otro. Por tanto, desde el lugar que nos toca, solo tomamos vestigios de las vibraciones suspendidas entre frases, para leer, interpretar, o solo sentir. Efectos que marcan y enmarcan un encuentro entre dos seres (y entre ellos muchos más)
Partiendo de la materialidad se llega al núcleo irreductible de lo que se hace presente en las sombras. ¿Allí somos o dejamos de ser continuamente?
Así es que miro la vida como fragmentos de escenas que entretejen una historia particular. Un nombre y un modo particular de enfrentar lo ansiógeno de lo desconocido. Al mismo tiempo, ese desconocer se compone de los restos de la escena completa que vivimos solo en el presente y que dura sólo segundos, aunque se escriba allí toda nuestra existencia.



Quizás cuando escucho tus palabras, investigo mi propia dimensión alterna. Así me distancio de todo lazo posible entre tu símbolo y el mío, pero desde la humanidad construimos el puente para pensar nuestra existencia”.