sábado, 3 de junio de 2017

.Artefactos sin arte.

Cuando el alma se pierde todo lo que rodea al cuerpo parece carecer de sentido.
Pero el vacío ¿conduce hacia algún rincón que nos causa dolor?
Quizás antes, allí mismo, había sonrisas que dejaron de ser gratuitas.
En ese intento de comprar "lo feliz", pagamos con nuestro cuerpo, con nuestra fé y con las palabras.
Después del costo, muchas veces conseguimos pequeños momentos de gloria, sin mucha luz.
La gloria que queremos comprar en esta vida mercantilizada, suponemos que se encuentra en un podio inalcanzable,
Planificamos así, mil formas de matarnos y consumir nuestras energías para alcanzar la ansiada garantía de plenitud. Alcanzar ese "Bien" que unos pocos consiguieron dejando inactiva su esencia, para venderla al mejor postor.
Que bueno es entonces que algo nos duela de vez en cuando para recordar un poco que hay cuestiones que salen del círculo comercial. 
Aprendemos que el "costo-beneficio" un millón de veces deja de implicar dinero.
Duele pensar nuestras vidas anestesiadas por los discursos imperantes. Lo utilitario se desplaza por las sendas del recorrido y las decisiones que las moldean.
 El tiempo (que rige hoy), si no es útil se vuelve en contra. Nos perdemos. Nos sentimos por fuera de una realidad, solo por desprendernos de momento, de la absurda fantasía al servicio de la repetición de símbolos prestados y aplastados que ni siquiera nos conmueven.
¿Cuál fue tu ultima elección? de esas con las que uno hace metáforas. Esas que anudan el alma a lo que llamamos vida. 
Ahí no hay dinero que valga. El dinero no crea; sólo circula.

Se nos caen las imágenes de fortaleza cuando recordamos lo humano que es equivocarnos. Y hoy,  nuestros errores son condenados por los defensores de la perfecta farsa posmoderna donde parecemos artefactos desabastecidos del sentir, de una esencia o de nuestro ser mas profundo.


Quizás nos convertimos en esas imágenes vacías, en dos dimensiones.
 Nos falta una dimensión mas para entender que portamos sentimientos para conmover los lazos y encontrarnos de nuevo en las miradas.


Nos miramos y escuchamos mediatizados por los inventos tecnológicos que nos acercan si primero hemos tomado distancia.

He muerto luego de reconocer mi ausencia en la red vital que me alojaba. Ausencia por exceso de presencia. Ausencia por ego-necesidad. Ausencia que necesitaba. Y así morí junto con mis sueños de completud, unidad y soledad.


Volví a nacer en el contacto; escuchando las voces que siempre clamaron por atención. La que no supe identificar mientras clamaba por la mía.
Revestía la salud de incoherencias para escenificar la falta de encuentros con amor.

El amor hace ceder un poco de vida a quien se merece la mirada y los sueños concretados en palabras que construyen nuevas formas de vivir.

Dónde falta ese amor, recuerdo la muerte y entonces... aprendo a crearlo.
   
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