miércoles, 28 de junio de 2017

Huracanes egocéntricos.

Construyo senderos que no tienen nombre y sus formas cambian como los colores de un mandala según los deseos del pintor.
Me armo de nuevo entre los equívocos que asustan y a la vez revelan mi herencia, mi nombre y mi ser.
Le temo al futuro sólo ante la escasez de recursos para armarlo desde el presente.
Me regalo suspiros profundos pero cuasi imperceptibles en el compás posmoderno que gira a mi al rededor como un huracán.

►Hemos construido un mundo de huracanes, con sujetos en el centro de cada uno de ellos,  que no pueden hablarse entre sí, porque no hay voz que se escuche entre tanto ruido. Nos perdemos entre vientos y nos encontramos en sueños, en lejanos momentos de sensibilidad, y en miradas que apaciguan cualquier dolor latiendo en el pecho.
Es amargo pensar en la nada que nos rodea y nos amenaza con borrarnos.
Somos huellas en un mundo de preguntas.
Vivimos para construir un recuerdo para alguien. Un recuerdo que saque sonrisas que haga llorar de felicidad.
Pero entre los días en que nos cruzamos, no paramos de hacer silencio, se nos traba la palabra creadora, nos inhibe la razón.
"Te amo pero no tanto como para escucharte"...
"Me importa tu existencia pero no tanto como para convertirme en aplausos"...
Son frases del orgullo popular que se respira con tan solo abrir las ventanas (¿las virtuales?, ¿las que viven en redes sociales?, ¿las múltiples opciones que están para ofrecernos inercia voluntaria con tan solo un clic?).
Susurros que aplastan los viajes simbólicos que solo se viven a través de los cuerpos que pueden resonar entre sí. Cuerpos que causan un antes y un después. Cuerpos del acto.
La vida es el pasaje hacia lo que quieras ser para encontrarte de nuevo.
Vivir es aprender a morir un poco entre los cambios, los amores, y las elecciones que definen los "ahora".
"El pasado siempre fue mejor" es la ficción espectacular (y especular) que nos inventamos para dejar de hacer (y pensar) el futuro. Porque soportar la angustia de ver que los ideales se rompen,parece ser insoportable al punto tal de que es mejor romper(nos) los planes, los papeles y las historias de aventura, para reproducir lo que una masa pudo dictar como "normal", ansiando quizás los atisbos de felicidad que se le caen a los momentos espontáneos, esos que vivimos sin querer y con un margen reducido para sentir porque encontrarnos con lo que deseamos nos llena de terror.
Nos volvemos mendigos de la nada y nos vaciamos de deseo para que alguien nos convoque y nos aloje donde nunca quisimos estar. Y cuando abrimos los ojos, suele ser demasiado tarde, porque éstos solo quieren cerrarse y no mirar nunca jamás.

Ojala puedas sentir tu vibración cuando amas sin la espera de ocupar el lugar del centro. Porque el único centro que nos vacía es el ojo negro del huracán, aquel que nos deja sin bordes ni envolturas y nos aleja de ese otro que alguna vez pudimos amar. Ese huracán se llama ego◄


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