viernes, 2 de febrero de 2018

El riesgo de vivir.

Las elecciones y el alma se dejan ver a través del acto.
Puedo dilucidar nuevos sentires en la contradicción del temor ante lo que más he deseado.
No es una simple metáfora pensar en las dos caras de una moneda. Se trata de un desconocimiento en el reconocimiento de lo valioso.
Esa sensación vertiginosa de que la tragedia está por llegar, surge en los momentos de plenitud casi de manera impertinente.
Pausas que sumergen al sujeto en contemplaciones profundas y a veces paranoicas sobre lo que no es, pero cobra vida.
La ausencia de palabras impulsa al registro del malestar o a la busqueda silenciosa del mismo. 
¡Es que la felicidad tambien implica la renuncia de las certiumbres! (Y en ellas cree hasta el mas ateo). Pero lo razonable y lo coherente no aseguran lo verídico. Sino que confeccionan un guión que asegura una certeza que 'nos sirve' de sostén.
¿Acaso vivir implica soportar hasta morir?
Sentir, acerca al cuerpo a su lugar de origen, de donde nunca quiso salir y a donde siempre intenta volver por nuevos caminos. 
Pero los cuerpos anestesiados soportan, no se atreven a sentir. Porque sentir implica el movimiento y eso supone el riesgo de desaparecer mientras se vive. 
La muerte no llega por fuera de la vida, pero la vida no se siente si solo esperamos "a salvo", su final.

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