domingo, 23 de abril de 2017

Acto puro.

Cuanta confusión con respecto a los actos.
Actuar es una decisión, pero pocas veces se encuentra libre de ataduras.
Ataduras al pasado, uno que no ha sido historizado y se repite en forma brusca, casi mágica, en los días.
...un momento...
¿Es un logro estar aquí o fue una consecuencia de saltos repetitivos que desafían el tiempo?
¿Es casual o es causal?
Aún en la incertidumbre, es necesario el acto puro. Que remite a un "mas allá" de los fantasmas que sueñan y piensan.
El acto puro es la invención. El comprender que todos los elementos de una pintura se aprecian en su particularidad. Esos elementos son los que recubren la unidad y lo indiferenciado con la distinción de lo nuevo, lo singular, aquello que perdura solo si confronta a lo real.
No hay nada nuevo en tu ausencia cavilante. En la lejanía de la fantasía que describe deseos, esos mismos que no pueden realizarse sino en sueños.
Acto puro es en si mismo un reencuentro con la vida que siempre es nueva aunque inventamos el modo de que parezca siempre igual, sistematizando elementos para que las horas sean las cárceles que tememos abandonar.
Acto puro es realizar lo que las palabras poco pueden contornear aquellos huecos que han roto ese interior desconocido pero siempre parlanchín.
Sin efecto me han dejado, los amores que se caen del deseo de realizar. O realizando en otros tiempos los deseos de los que solíamos hablar.
El efecto siempre vuelve gracias al sueño hecho acto revestido de palabra hecha verdad.

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